Mi sueño por convertirme en abogado inició a los siete años. Desde esa edad supe a lo que quería dedicarme: soñaba con estar sentado en la sala de audiencias y hablar por la gente. En el año 2008 ingresé a la Escuela Superior de Leyes. Durante la entrevista de admisión, el rector enfatizó que las personas que me confiaran sus asuntos, estarían delegándome lo más valioso que tenían: su patrimonio, familia, libertad y hasta la vida misma.
En el año 2012 egresé de la licenciatura con el segundo mejor promedio e inmediatamente continué con mi formación profesional cursando la maestría en amparo en la misma universidad.
Durante mis estudios universitarios realicé prácticas profesionales en la fiscalía, juzgados y en diversos bufetes jurídicos. Esa experiencia me enfrentó a la realidad que mencionaba el rector y reforzaba mi compromiso de luchar por esas personas que necesitan una voz que los defienda.
Tras obtener mi título, mi carrera dio un giro hacia el sector corporativo durante 5 años. Esta experiencia me brindó una perspectiva única de cómo las grandes organizaciones abordan los desafíos legales, una perspectiva que ahora uso en beneficio de mis clientes.
En 2016 decidí establecer mi práctica independiente. Esta decisión fue un compromiso con la idea de que, si alguien deposita su confianza en mí, esa confianza tiene que ser retribuida con un servicio de excelencia técnica. Asumo mi compromiso con absoluta responsabilidad para brindar la mejor representación legal, aplicando al máximo mis capacidades.
Actualmente, con 12 años de experiencia, el derecho no es solo mi modo de vida, es mi pasión. Todos los días acudo a los tribunales con el mismo anhelo de aquel niño de siete años. He enfrentado corporaciones, empresas públicas, gobiernos estatales y municipales. He luchado contra las injusticias, he defendido los derechos de mis clientes y he ganado batallas que parecían imposibles.
Pero lo que realmente me impulsa es el rostro de satisfacción de un cliente cuando su caso se resuelve con éxito, cuando se hace justicia. En el fondo, soy un defensor apasionado de las personas. Lucho con determinación, no solo por la letra de la ley, sino por la causa de la justicia y la verdad.
Al día de hoy aún resuenan aquellas palabras que escuché del rector, hoy convertidas en parte de mi filosofía como abogado.
Mi historia, mis experiencias y mi compromiso con cada asunto son lo que me hacen quien soy como abogado. No solo estoy aquí para representarte legalmente, sino también para ser tu aliado en los momentos más cruciales. Para mí, esto es más que una profesión, es una vocación de servicio, es el llamado de la justicia.
Mi práctica profesional tiene como principal valor la laboriosidad, creo en el valor del estudio, esmero y dedicación en el trabajo para alcanzar la excelencia técnica.
El principal enfoque de mi despacho es mantener la esencia de ser un despacho pequeño, crecer en la medida que pueda seguir ofreciendo al cliente un trato personal y directo, pues lo más importante es crear un vínculo con la persona a la que represento, no creo en las grandes organizaciones donde el cliente es solo un expediente más.
Cada asunto que llega a mi despacho lo atiendo de manera personal, por lo que puedes estar seguro que seré yo quien este junto a ti en la sala de audiencias, defendiendo tus intereses como si fueran los míos.
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